sábado, 8 de enero de 2022

Saturnalia

Confesión de un crimen: 5:30 AM lloviendo, todavía oscuro. Un motorista sin luz en vía contraria, yo miope... Hola Karma!

domingo, 19 de octubre de 2008

Desamores y Desencuentros...

Primera Vez...

Caímos en una camita desvencijada, de sábanas sucias y gastadas, de soportes chillones por cargar a través de los años infinidad de cuerpos convulsionandose en un vaivén de secreciones y caricias pagas por adelantado. Un abanico de techo que apenas movía sus aspas, las paredes descaradadas de la habitación mostraban sus huesos de ladrillos, era un panorama devastador que nos recordaba hasta qué extremo nos puede llevar la miseria.

No pude seguir con mi exploración del lugar, sin previo aviso invadió mi boca con su lengua experta, ardiente; sus manos escudriñadoras hurgaban entre mis pantalones. !Cómo había soñado este encuentro contigo!. Los pezones de tus senos se clava cual daga afilada en mi pecho sin misericordia, siento el empuje de tu sexo húmedo al regodearse con mi pene erecto, impaciente, inexperto. Grito tu nombre, lames mi cuello, orejas, sudamos, nuestra piel salada, provocadora; me tomas sin delicadeza, a tu antojo, te penetras con mi cuerpo sin demostrar dolor ni temor, como si lo hubieses hecho miles de veces antes, mas sé que no es cierto, hoy fue la boda, !Eras virgen!.

Unidos por nuestros sexos nos abrazamos, de lamernos pasamos a los mordiscos, dices cosas que no entiendo, nos venimos!...Nos echamos boca arriba; la cama apesta, jadeando por la emoción, acalorados, pedimos tregua que no cumplimos, nos embestimos de nuevo con más fuerza, con un poco más de experiencia, te beso, ya tu boca no me emociona, miro tu cuerpo, no me gusta, cierro los ojos y pienso en ti, me entran nuevas ganas de fornicarte, de poseerte; siento haber cometido un error al venir a tu lado, no pensaré más en ello, perdón amor mío, te beso de nuevo y me subo de nuevo encima de ti, me vuelvo a venir, abro los ojos, miro a mi alrededor, no estás!, la rabia me consume, lloro, lloro de rabia coño!, de impotencia.

Miro el reloj, ya son más de las doce de la noche, la boda debió haber terminado, de seguro van camino al hotel; me pongo de pie, busco mi ropa tirada por todo el piso del cuchitril, no encuentro una de las medias, no importa, tengo que salir de aquí como sea. Me dirijo a la puerta, está cerrada apenas con un alambre enredado en un clavo doblado, escucho una voz a mi espalda:"Kat pias mesié". Oh! lo olvidaba, disculpa, indago en mis bolsillos, la miro, me sonríe mostrando sus dientes muy blancos, perfectos. Me dice:"Retonin le wouvle". Me marcho, no miro atrás, sé que ella no va a salir a despedirme. Camino por calles oscuras, vacías, peligrosas, te imagino en sus brazos en estos momentos, sacudo mi cabeza, me repito una y otra vez que no eras para mí, que nunca estarías a mi alcance. Sonrío ya pensando en el próximo sábado, me embriagaré, volveré donde la haitiana, cerraré los ojos e imaginaré que es a ti a quien le hago el amor por primera vez la noche de nuestra boda.

"Vi Ho Purgato Ancora"


Rafael Rodríguez Torres

domingo, 21 de septiembre de 2008

Sueños Alucinógenos....

Separados...

Caminábamos atados de pies y manos, uno delante del otro; todos en silencio, mirando al suelo. Un verdugo nos azotaba para invitarnos a seguir nuestra procesión, no era necesario, no teníamos voluntad para negarnos. Avanzábamos por un pasillo oscuro, piso de madera enmohecida, crujiente. Una luz que se atrevía a invadir la penumbra, a dónde vamos? qué lugar es éste?

mis ojos se desvían, una habitación iluminada, una mesa, varios hombres, fichas amontonadas, cartas en manos, una partida de póker, me miro sentado, demacrado, envejecido, ya recuerdo, no tenía dinero para pagar, ante la presión eché mano de mi único aval. Aquí nos lleva el señor de las tinieblas, nos separa de nuestros cuerpos, de cualquier cuerpo por toda la eternidad.


Rafael Rodríguez Torres

Saturnalia...

El Escritor...

El escritor era mi mejor amigo, de hecho era el mejor amigo de todos. Cuando se inició en el arte literario puso en mis manos un mamotreto de unas seiscientas páginas donde narraba los primeros cinco años de su vida. Confieso no haber tenido el valor para decirle la verdad de lo horrible de su historia, al contrario, lo animé a seguir cultivando su "arte". Para mi sorpresa, su autobiografía ganó el premio literario de la ciudad. Cuando recogió el premio, todos fingimos sonreír de alegría cuando en verdad queríamos llorar por lo bajo que habíamos caído en aras de la amistad..

El escritor siguió escribiendo, nos sorprendía su capacidad de producir tantos bodrios en tan poco tiempo. Los premios continuaban llegando con cada nuevo libro, todos conversábamos en secreto lo malo de sus obras. Esta noche le entregan el premio nacional de literatura y aún no nos atrevemos a decirle la verdad.


Rafael Rodríguez Torres

viernes, 19 de septiembre de 2008

Saturnalia...

Crimen y Castigo...

-El Crimen...


Hoy Cornelio se va de viaje, he esperado este momento por más de un año. Todo empezó cuando Antonio, un hombre joven, viudo, padre de dos hermosas niñas, se mudó al apartamento contiguo al nuestro. Bueno, creo que debo contar todo desde el principio. Hace unos diez años Cornelio me pidió que fuese su esposa, confieso accedí encantada. Estaba enamorada, era muy joven, apenas unos veinte, era virgen, empezaba a vivir.

Mi familia es gente muy buena, decente, me criaron como corresponde a una señorita de sociedad. Aprendí de los valores familiares y fui educada en los mejores colegios, me prepararon para formar un hogar, ser una madre excelente y esposa fiel. Quizás se pregunten en qué momento esto cambió, lo de ser fiel me refiero, la razón es simple: Hijos!. Sí, los hijos, diez años casada y no he procreado. Una década esperando cada mes que alguien que siempre fue puntual a la cita faltara. Diez años de consumirme por dentro, de ilusiones y anhelos desperdiciados.
Recuerdo los primeros meses del matrimonio, en una ocasión en que di riendas sueltas a las emociones creyéndome futura madre compré todo lo necesario para recibir un hijo. Un especialista me despertó de ese sueño, dijo que no eran más que unos quistes los cuales producían bastante dolor al momento de la intimidad y retrasaron la regla. Prometió que luego de una intervención menor estaría lista para ser madre, pero que va, eso no pasó. Me explicó que a lo mejor la del problema no era yo, sino Cornelio, que hablara con él y así tratar de convencerlo para que se hiciera las pruebas, de ser necesario iniciar un tratamiento y problema resuelto. Pero de eso no voy a abundar mucho, el muy cabrón, a diferencia de mi, lo criaron como a los hombres machos. Amenazó con el divorcio, dijo que era lo suficiente hombre para preñar cien mujeres si fuese el caso. Para demostrar su hombría me dejó un ojo amoratado, luego de una platica tan amena los dos quedamos de acuerdo en que la floja era yo. Pero siento que así no es la vaina, el instinto de mujer me dice que estoy preparada a la espera de un espermatozoide fértil. Estoy cansada de visitar maternidades o ir a "Baby Shower" por cada uno de los partos de mis amigas. Ahora quiero ser yo la agasajada, ver llegar las flores, regalos. Ya imagino a mamá mimando su nieto, a papá buscando algún parecido con antepasados prestigiosos.

Cuando ya mis esperanzas habían muerto aparece Antonio, el hombre perfecto para mi plan. Conquistarlo no va a ser difícil, he notado su mirada cuando nos encontramos en las escaleras, sus labios buscan maliciosamente la comisura de los míos si decido saludarlo con un inocente beso en la mejilla. Su cuerpo se estremece con mi cercanía. Por las noches sale al balcón, fuma y bebe a oscuras, en silencio, yo me hago la que no lo he visto y salgo a tomar aire fresco en prendas íntimas que hace un año Cornelio era el único en gozar de ese privilegio. Hoy sólo debo esperar que Antonio regrese de su trabajo, con alguna excusa tonta penetraré en lo que será la sede de esta traición. Me rendiré en sus brazos y él con todo su vigor logrará en una noche lo que Cornelio no ha podido en años.

II-Semanas después...El Castigo

Esa noche todo ocurrió tal lo esperado. Para estar segura repetí la velada un par de veces más, nunca se sabe, aunque desde la primera vez mi cuerpo experimentó un cambio que en diez años de encuentros cargados de sensualidad (Debo reconocer que Cornelio domina el arte de amar una mujer) no había sentido nunca. Imaginaba los espermatozoides en su debocada carrera donde la meta final es el útero.

Cornelio será un padre orgulloso de su vástago, nunca sabrá la verdad. De ser varón heredará su nombre. Antonio saldrá de mi vida tal como entró, no va a insistir, le teme a la fama de bravo que Cornelio se ha ganado. Las noches a su lado las voy a olvidar y sólo volveré a sus brazos si Cornelio le toma el gusto a la paternidad y decide buscar la parejita.

Luego de hacerme todas las pruebas esperaba nerviosa fuera del consultorio del doctor. Me llamó con mucha insistencia, él mejor que nadie conoce todo lo que he sufrido por convertirme en madre, hoy seré feliz !.

-Señora de Cornelio, por favor pase por aquí- Me dijo la secretaria mientras abría la puerta del despacho del médico.

-Señora, acá tengo sus pruebas las cuales dieron un resultado positivo, pero no se alarme, vamos a repetirlas de nuevo para estar totalmente seguros.-Me dijo el doctor.

-Pero para qué hay que repetirlas?. Esto es realmente lo que había anhelado todos estos años, por fin voy a ser madre, estoy embarazada!.

-Señora de Cornelio, temo que ha habido un error. Usted no está embarazada, usted es HIV positivo.



Rafael Rodríguez Torres
Vi Ho Purgatto Ancora

jueves, 18 de septiembre de 2008

Leyendas Urbanas...

Un Galipote....

”No suban para esa loma, ahí salen galipotes y se los comen". Era la amenaza de mamá para tenernos jugando cerca de la casa, amenaza que no servía de mucho. Aunque sentíamos temor a tan fantástico ser, siempre aparecía un osado en el grupo y nos retaba a la aventura.

La mina, como le llamaban a una parte de las lomas que colindaban con las casas de nuestro barrio, compuesta de aromales y guazábaras, era el centro de juego más grande que niño alguno haya podido disfrutar. Gastábamos las tardes corriendo de aquí para allá, al poco tiempo ya conocíamos cada parte de la montaña. La diversión principal nunca fue " el camán ahí, no te muevas" o "las escondidas", nos aficionamos a recolectar minerales en un arenal de la mina, para eso utilizábamos un imán envuelto en un papel que al pasarlo por la tierra se adhería hierro molido, el cual depositábamos en un frasco de cristal que teníamos para la operación. A pesar que no sabía para qué hacíamos esto, lo disfrutaba mucho. El grupo de niños era de unos seis u ocho que rondábamos los nueve años, todos de la misma calle. Un detalle es que siempre se mantenía la alerta por si aparecía el terror de las lomas: El Galipote.

-Y cómo son los Galipotes?- A veces alguno de nosotros preguntaba sabiendo que la respuesta no variaba.

-Son negros, se visten con ropas oscuras y un paño amarrado en la cabeza, se pueden convertir en perro, puerco, chivo y hasta en tronco si es necesario.

Luís, era el encargado de responder, aparentemente era un experto en el tema.

-En el campo de donde es mí papá, un Galipote se llevó un niño un viernes santo, lo cocinó pa'comerselo y la grasa de la criatura la usó para sus brujerías y cambio de forma. Así que ya saben, si vemos uno, a correr, no nos queda de otra.- Sentenciaba a sabiendas del efecto de sus palabras. Todos en silencio rogando a Dios que nunca pusiera a semejante bestia en nuestro camino.

Una tarde, al inicio de las vacaciones de verano, vimos desde un cerro algo que se movía entre los matorrales. El sujeto parecía vestir de negro. Todos gritamos al unísono: Un Galipote!. Corrimos hasta llegar a nuestras casas donde creíamos estar a salvo. Luego de un padre nuestro con avemaría incluido, mi hermano y yo nos sentíamos seguros, como si un manto protector nos cubría que ni el más vil de los Galipotes podía atravesar.

Más de un mes nos tomó aventurarnos de regreso a la mina. Cuando lo hicimos, no pasamos siquiera cerca de la zona donde vimos la sombra. En esa ocasión nos armamos de navajas, tira piedras y crucifijos colgando del cuello. Sabíamos que de poco sirven las armas contra semejante ser, pero nos daba un poco más de valor. Poco a poco nos fuimos adentrando en el monte, continuamos con nuestra recolección del hierro, esta vez con un objetivo determinado: Ir a una fundición para que nos hicieran una espada para destruir a la bestia que nos asustaba. Ya no se mencionaba, incluso, abusamos de la hora de retorno a la casa. La noche nos sorprendió en varias ocasiones, lo que aumentó las preocupaciones de nuestros padres. Las amenazas volvieron en esos días.

Una mañana, cuando casi acababan las vacaciones escolares, llegamos muy animados a la mina. No bajaríamos hasta pasado el mediodía. El primero que lo vio fui yo, quise dar la voz de alarma, no me salió el habla, halando a mi hermano de la camisa y con el brazo extendido señalaba al engendro que estaba parado frente a nosotros con su atuendo oscuro de pie a cabeza, podíamos escuchar como nos maldecía en una lengua que seguro sólo en el infierno se habla. Llevaba leñas en la cabeza, a lo mejor para cocinar a los niños que aprehendiera en su peregrinar demoníaco. No recuerdo de quién fue la idea, pero todos obedecimos. "Piedras, piedras con él!.", al verse atacado contrarrestó, tomó uno de los leños para golpearnos mas no lo logró, una roca lo detuvo en seco al pegarle en la frente, la sangre apareció dibujando líneas rojas en su rostro, se tambaleó en un baile satánico invocando sus poderes para convertirse en fiera y devorarnos a todos. Otro proyectil hizo blanco y lo derribó, ya en suelo fue presa fácil y le pegamos a nuestro antojo con todo lo que tuvimos a mano hasta que ya no se movió ni habló en su lengua de demonio parlante.

-Corran, corran!- Fue el grito de mi hermano, todos acatamos la orden y empezamos una carrera interminable. Llegamos sin aliento al colmado de don Ignacio, el papá de Luís, el experto en Galipotes. Quisimos explicar todo lo más rápido posible, pero lo que logramos armar fue un caos que casi lo vuelve loco.

-Matamos un Galipote, matamos un Galipote!- Todos gritábamos como reclamando un premio por tan noble hazaña.

-Un Galipote?, Dónde ustedes encontraron un Galipote?- Preguntó incrédulo don Ignacio.

-En la mina, estaba vestido de prieto y nos atacó con dientes filosos y plateados, tenía un garrote en las manos, nos quería comer pero fuimos más guapo que él y lo abimbamos a pedradas.

-Berreaba como chivo, pero después de par de peñonzazos en la cabeza nada mas pataleaba- Agregó mi hermano.

-El primero que le dio fui yo- Exclamé para no quedarme corto en cuanto a heroísmo se refería.

-Mentiroso, ni siquiera le diste cuando estaba tirado en el suelo- Gritó uno del grupo.

-Dónde es qué está el Galipote?- Volvió a preguntar don Ignacio con marcada preocupación en su rostro.

-En la mina, ya le dijimos, si no es que desapareció el brujo de mierda ese- Contestamos.

-Vamos pa'llá ahora mismo, yo tengo que verlo con mis propios ojos, a menos que sea charlatanería de ustedes- Nos amenazó don Ignacio al momento que de un brinco se colocaba del otro lado del mostrador y llamaba a su mujer para que se hiciera cargo en su ausencia.

Todos vociferábamos nuestro triunfo, muchos salieron de sus casas a mirar el motivo de tanto escándalo, varios se unieron preguntando con insistencia qué había pasado, a lo que contábamos la historia una y otra vez sin omitir detalles. Nos internamos en la loma y llegamos al lugar donde se libró la batalla entre el bien y el mal. El cuerpo no estaba, parecía haberse esfumado, sólo un charco de sangre y las leñas desparramadas nos daban la razón.

-De quién es esta sangre?. Dónde está el cuerpo?- Nos interrogaba don Ignacio con voz temblorosa y cara de espanto.

-Aquí lo dejamos, seguro ya se convirtió en bestia y escapó.- Respondimos.

-A ese maldito debimos majarle la cabeza como se matan las culebras- Dijo mi hermano enojado ante la ausencia del demonio.

-Aquí, aquí!, vengan que lo encontré!.- Era uno de los que se unieron al grupo y se alejó siguiendo el rastro de sangre hasta unos matorrales. Todos corrimos hasta el lugar y allí estaba con ojos entreabiertos y vidriosos, la sangre cubría casi todo su rostro, en una de sus manos un rosario. Al parecer estaba vivo al momento de dejarlo e intentó escapar pero la muerte lo alcanzó y ya pagaba por todos sus crímenes.

-Pero esa es Massá-Massá, la haitiana que vende carbón debajo del puente. Qué hicieron muchachos?. La mataron!, mataron a Massá-Massá- Nos gritaba don Ignacio con lágrimas en los ojos.

-Qué hicieron?. Ella nunca le hizo daño a nadie, ella no era un Galipote!.



Rafael Rodríguez Torres

lunes, 15 de septiembre de 2008

Saturnalia...

Un Sicópata en el Caribe...

Todo estaba preparado, tenía una lista de las cosas a necesitar. Las repasaba una por una. Le preocupaba mucho el aumento cada semana de la gasolina. Si la situación del petróleo continuaba, estaría obligado a cambiar su coche por uno de gasoil más económico.

En un mapa de la ciudad dibujó un gran reloj. Marcó cada número con una sentencia de muerte para el infeliz que viviera en esa dirección. Lo iba asesinar en ese mes correspondiente al número, ese día y a esa misma hora. Para lograr todo a la perfección, lo primero, era conocer a sus doce víctimas lo mejor posible. Pensaba dedicar unas dos semanas de acecho para cada uno y el primero de enero del próximo año actuar!.

Sus pocos ahorros lo gastó en comprar el arma a utilizar, un calibre treinta y ocho, cañón corto. Balas, una cámara fotográfica, no le alcanzó para la de vídeo. Además, pintura de spray para dibujar en el cuerpo del occiso un reloj y el mensaje: Somos esclavos del tiempo.

Debió renunciar a su empleo para estar siguiendo a sus objetivos el mayor tiempo posible. Luego de unas tres semanas de vigilancia, comprendió que iba a necesitar unos cien mil pesos para los gastos de su encomienda. La mejor y única opción posible era un préstamo bancario. Llenó cuantos papeles le pusieron a mano. Al llegar a la casa se sentó al lado del teléfono a esperar la llamada, el anuncio decía " en menos de ocho horas". Los del banco cumplieron, por lo menos en la parte del tiempo, con un " Lo lamentamos, pero usted no califica" le rompieron toda ilusión. Culpó a unos y otros, desde el gobierno, la globalización hasta la iglesia. Salió de su casa en busca de un nuevo empleo maldiciendo por haber nacido en un país de mierda que no le da la oportunidad a un artista de expresar su arte.


Rafael Rodríguez Torres